El Síndrome del Sobrecrecimiento Bacteriano (SIBO) consiste en un aumento grave de bacterias en el sistema intestinal. Los principales síntomas de este trastorno son los dolores abdominales, diarrea, gases tras las comidas o una sensación de plenitud, así como pérdida de peso, fatiga, anemia o acné. Si aparecen algunos de estos síntomas puede ser sea necesario realizar una prueba SIBO para diagnosticar si existe un sobrecrecimiento bacteriano.

El test SIBO suele recoger diferentes muestras del aliento para medir la cantidad de hidrógeno y metano que se exhala una vez se bebe una mezcla de glucosa y agua. Cuando hay un rápido aumento del hidrógeno o metano significa que existe un crecimiento en exceso de las bacterias en el intestino delgado. Se trata de una prueba no invasiva y tiene una duración de 3-4 horas.

Con tal de obtener resultados válidos, es necesario seguir unas instrucciones previas como acudir en ayuno 12 horas antes de la prueba (se puede beber agua), no beber alcohol ni fumar, no mascar chicle, evitar alimentos con fibra o fécula, no tomar antibióticos los 15 días antes del test, no realizar enemas en los 5 días anteriores y no tomar los 2 días antes laxantes, probióticos, antidiarreicos o procinéticos, Asimismo, los alimentos prohibidos el día antes de la prueba son las legumbres, lácteos, pan, bollería, cereales, verduras, embutidos, patatas, vegetales, refrescos, frutos secos y frutas. 

Es importante tener presente que la prueba SIBO puede dar falsos negativos o positivos. Por lo tanto, si los síntomas perduran, aunque el test haya salido negativo, es posible que el especialista recomiende repetirlo o realizar alguna otra prueba complementaria.