El riesgo renal de las dietas hiperproteicas y los suplementos de proteínas

La ingesta proteica adecuada que cubre las necesidades del 97-98% de la población es de 0.83gr de proteína por kg de peso de la persona al día (0.83gr/kg/día). Es decir, para una persona de 70kg, la ingesta diaria recomendada de proteínas debería ser en torno a 58gr.

La mayor parte de estudios y guías internacionales definen como dieta hiperproteica aquella que conlleva un consumo superior a 1.2 - 1.5gr/kg/día, o bien que la proteína suponga >12-15% del total energético, independientemente de que se consiga con alimentos o con suplementos nutricionales.

Existen 20 aminoácidos diferentes, de los cuales 9 son esenciales, es decir, no generados por el cuerpo y, por lo tanto, provienen exclusivamente de la dieta.

El ejercicio, fundamentalmente el de resistencia, estimula de manera simultánea la fabricación de proteínas (a partir de aminoácidos) y su degradación. Este proceso condiciona la reparación y el remodelado muscular. En el caso de las proteínas musculares (miofibrilares), este proceso de remodelado del músculo es lento y precisa de al menos 6-8 semanas de estímulo (de ejercicio) para que comiencen a observarse cambios físicos. Cabe reseñar que múltiples estudios han demostrado que es después de hacer ejercicio cuando más aumenta la generación o síntesis proteica.

¿Cómo influye la dieta hiperproteica en el bienestar y el rendimiento deportivo?

Son múltiples los estudios que detallan los beneficios de este tipo de dietas sobre el balance muscular y el rendimiento deportivo, pero son muy escasos los que evalúan sus repercusiones a largo plazo a nivel renal.

La gran mayoría de estudios sobre dietas hiperproteicas y función renal en atletas y población sana no tienen un adecuado diseño, ni sus métodos para la medición de la función renal son los oportunos. Este hecho, unido al escaso número de sujetos que recogen y los cortos períodos de seguimiento de los estudios, hacen que la obtención de conclusiones y recomendaciones con base en sus resultados sea muy limitada y controvertida.

Basándonos a lo reseñado previamente, la gran mayoría de atletas y deportistas profesionales toman suplementos proteicos para mejorar el balance muscular (aumentar la síntesis o generación de proteínas) y optimizar su rendimiento deportivo. Hay que destacar que, generalmente, siguen controles médicos periódicos estrechos para monitorizar múltiples parámetros que tiene que ver con su salud, ya que, últimamente, el consumo de este tipo de suplementos se ha disparado en la población general dada la creciente tendencia a seguir dietas hiperproteicas encaminadas a la pérdida de peso, y a la fácil accesibilidad de estos productos en supermercados, gimnasios e incluso en internet.

El consumo se ha extendido del deporte profesional al aficionado, incluso al deportista ocasional o de fin de semana, y es necesario realizar un chequeo renal previo a la ingesta de cualquier tipo de suplemento y, por supuesto, realizar un seguimiento para evaluar la aparición de posibles problemas renales derivados de su ingesta.

Problemas renales por el consumo de dietas hiperproteicas

Antes de empezar a tomar suplementos deportivos es necesario demostrar la ausencia de disfunción renal. Para ello, no sirve simplemente la realización de una analítica de sangre en la que se objetive una cifra de creatinina normal o un adecuado filtrado glomerular (función renal normal), ya que la enfermedad renal se define por la existencia, además de otros criterios.

Sabemos que el consumo de altas cantidades de proteínas genera a nivel renal una situación de hiperfiltración, es decir, una situación de sobreesfuerzo renal como mecanismo compensatorio para eliminar todos los productos derivados del metabolismo proteico que, en dicha situación, aparecen en exceso.

Toda situación de hiperfiltración o hiperfunción renal, entendiendo por ello funcionamientos por encima de 100-120%, es lesiva, y todavía más cuanto más tiempo se mantenga. En este contexto, los glomérulos (los filtros microscópicos que tienen los riñones para filtrar la sangre) se van esclerosando, es decir, se van volviendo cicatriciales y pierden poco a poco su función. Esto hace que los glomérulos vecinos que permanecen sanos intenten suplir el funcionamiento de los dañados, aumentando su propio funcionamiento, alimentando y extendiendo la ya mencionada hiperfiltración, generando así un círculo vicioso. Por este motivo, la tendencia con el paso del tiempo es a la pérdida de función renal.

El deportista debe conocer los riesgos para tomar una decisión acerca de la ingesta de suplementos proteicos (o dietas hiperproteicas), basándonos en un balance de riesgos y de beneficios sobre su salud. Toda la información sobre las posibles consecuencias renales debe ser explicada por un nefrólogo familiarizado y con experiencia en el tema, que estime el riesgo en el paciente en concreto. Para ello, es imperativo conocer la situación funcional de sus riñones y la existencia o no de otros datos que implican disfunción renal.